Cuantos fueron los hijos de San Francisco que entonaron en tu
nombre los laudes, que cantaran a coro la magnificencia del Sumo Creador en su
Vestido de Dios, en su Templo de Dios, en su Casa de Dios.
Y como te
anhelaron en el cielo, la realidad del orbe se hizo realidad, se hizo trono de
ternura de una Madre y un Hijo.
Una Madre y
un Hijo, la misma que se le habló a Francisco en esa capillita de Asis y le
reveló su Misterio.
Y el
misterio, según mi pueblo, según la Bella es que cuando llegue el ocaso… Esa mano que
muestra los pies del Divino Infante… Nos la
extenderá a todo aquel… Que en algún
momento invocó su nombre…. Santa María
de los Ángeles…. La Virgen de
la Bella.